Etérea tu alma viaja
viernes, 2 de marzo de 2012
viernes, 6 de noviembre de 2009
The Art of Qatar
Todo tango es inapelable, hontanar generador de una bravura insana condenada al encanto.
Cada vez que una canción envejece se forja un anhelo, un lote de comunes sufrimientos que van ciegos de la mano hacia un porvenir irreparable.
Y no es que se enaltezca la pesadumbre o la imposibilidad de sobrevivirse a sí mismo, sino que se festeja la incandescencia de lo ausente, del terruño animista.
El lastre endurecido en almácigos, el deleite ante un suplicio prohibido, el hábito que deviene en apremio, la impostura del huésped no deseado.
Todavía hoy esas fuerzas rebeldes, propias de una epifanía inducida, rinden culto integral de las cenizas de un voluntarismo refractario, congelado en lirismo.
jueves, 2 de octubre de 2008
Las bolas de picasso
Poco sabemos, condenados, sobre las formas de embriagar una vieja puta y peronista. Subvertir una glotis riéndose entre manos, enseña a aquellos creadores de porvenir la imperativa aquiescencia ante esa madre que enseña a dar limosna. Miserables, aquellos que ciñen la montaña con sus cloacas anímicas, que gozan, implacables en su victoria, la adquisición de un nuevo cambrillón.
Somos estériles, dueños de una redondez infrahumana, descastados de este mundo abisal. Somos semillas masticando el miasma de torvos cadáveres.
Barahúnda: ¿Le apetece tragar esta polilla?
viernes, 8 de agosto de 2008
Fobos y Deimos se fueron al río (o Bustriazo Ortiz y la Ley del Orsay)
Toda excelencia oligárquica rebalsa de desigualdad en las tierras más fecundas, mientras el ansia desorientada se apaga en tumbas votivas que gravitan auroralmente en desobediencias civiles.
Y esas almas inquinas que incuban versos proféticos desde antiguos enquiridones, adulando mil razonamientos acoquinados de un “ex algo” en decadencia, son siempre la conciencia de que otros buscamos refugio en el resol.
Es que aquel que siente verdaderamente las pavesas del desempleo en las ordalías de alpaca, es hueste fermentada nadando en pos de aquellos funámbulos que pugnan por hundirlos. Ahogarlos, los llena de honores en el galardón de sus sobras.
Yo no pretendo ser el zorzal que devora toda teta de alpiste. He cambiado hartas veces de opinión. Pero de ningún modo desvié una pupila hacia el infinito fundido en el pasado inarmónico de una marcha menonista.
lunes, 23 de junio de 2008
El pepino y la forclusión
lunes, 31 de marzo de 2008
Abuso, el torniquete
Imbécil privilegiado inquietado por sus propias cualidades, germen de vientos divergentes que incuban partículas desgraciadas, militante mercader abocado. Todos embadurnados de todos.
martes, 19 de febrero de 2008
Decadencia rota (V-VI)
Son las exigencias del lugar temido las que dominan la acción de los que purgan sus rodillas ante la cruz, de forma o carencia.
Se rumian credos plagados de obtusas convicciones, méritos de polillas de oro que socavan latas.
Es que hay una realidad donde las sombras ibsenianas se incendian, se expanden con vehemencia tras la involución de una raza.
Entonces, alejámonos sin cesar del infinito en búsqueda de necesidades transitorias mientras el amor yace aletargado en las perennidades del alma.
Yo fui tal vez un dios miedoso, una hija amamantada. Pero puedo blasonarme: Jamás me he colgado de la curvatura de la hoz de una metáfora azarosa.
domingo, 20 de enero de 2008
De popeyes y prosopopeyas
No hay, entonces, sombras que resbalen tanto como las de la ignominia despojada de ropas, envidia inmediata de glorias pasadas que perduran , a pesar de todo, en las lágrimas de nuestros heréticos ojos.
Las pupilas saben ver en la noche. No pueden confundirse. Cuando se eleva un astro, aran surcos nuevos en el espacio. Germinan extinguibles segundos de especie humana.
martes, 25 de diciembre de 2007
¡ Arriba la crema, abajo el yogur o la crema ! (¿Ficus o Potus?)
La gula de letrina es una cosa, la laureada libido petrarquista, también.
Si pudiéramos escribir nuestra autobiografía post mortem antes de nacer, ahorraríamos muchas quiromancias. Evitaríamos prosperar a fuerza de adamantinas corruptelas, oliscando besamedias de a cientos. Propinaríamos de antemano sólidos esputos a heresiarcas part-time oropelados de artistas, que ni siquiera sospechan que la mengua de las artes acumula abyecciones y la migaja no es confín ni merienda.
Cualquier heredípeta diría que el humo por las orejas de numularios militantes es índice de incendio, que existen varios tipos de rojo o que la diarrea provee vientos que soportan más de un dosel.
¡Cuidado! Ni estigma, ni epitafio. Porque se ha perdido la noción del tiempo, profetizo.
miércoles, 5 de diciembre de 2007
De chocolates y metilmercaptanos
Algunos impulsos ficticios de la senectud merecen elogios, vigilias y meditaciones, si bien es cierto que frente al rubor instintivo se ensayan torpes crisopeyas.
La dignidad de los espíritus palurdos tiende a disolverse mirando el pasado, vestidos de jogging, que son sus mortajas. Sin embargo, ha habido hombres cuyas ignominias suntuarias han descansado siempre en el disimulo, a pesar de que sus venenos inconciliables hayan ardido inertes en los ímpetus viriles de súcubos perros.
El precio de la desventura varía con los infiernos. Mientras la calma es inquietante, el vacío no es serenidad.
No toda voluntad tiene un porvenir: ¡Muere!
martes, 13 de noviembre de 2007
¡Soy Van Gogh, la concha de tu madre!
Como el astrónomo que se niega a mirar el cielo por el telescopio, la insolvencia se vuelve sombra del sacrificio. Hemos pertenecido al juego de obsecuencias bilaterales por opacos cientos de lustros, pero nunca explotamos el tobogán de la preeminencia al ocaso. Subimos las alas, pero bajamos los brazos.
Es que en el fondo sabemos que llegara el día en que encumbremos la vista hacia el espejo y ya seremos otros.
lunes, 22 de octubre de 2007
En Francia no hay bidets
Las miradas turbias de la sodomía pueden admitirse en quien apalea al desamparado, pero el grito agónico del animal acorralado por un sifón, acomete una tristeza indecible. Pitágoras, creía en la enfermedad maldita de los cachorros, los que en su madurez convencían al demonio sobre las ventajas del bien. La práctica de la penitencia, devuelve el rigor patógeno al can, aquel rigor originario que hace pagar al hombre el precio de su estupidez insondable.
Cuando el mastín huele el sitio donde se encoge la liebre abatida, reflexiona por un instante sobre el devenir. En ese soplo, sabe que el futuro es lo mejor de lo ausente.
Lo mismo es en el sueño, cuando la vida humana hace culto de lo invisible para recobrar la creencia de que el cuerpo completa la conservación de lo innecesario. Pero el detraimiento por hacernos antídoto de un afeminamiento autoritario, impulsa vientos antónimos construidos sólo de ruidos.
Una película no se detiene con la peor de las guerras, los eunucos alicortos llaman insensatos a los animales libres y la imaginación de los individuos deforma la realidad hacia la beldad, reconstruyendo lo que está por venir.
viernes, 21 de septiembre de 2007
El fracaso estético de la vitrofusión
Siguiendo la pista caótica, obligados por la penitencia que soporta las relaciones, necesariamente huimos todos hacia el mismo lugar.
En principio, la trascendencia es una cuestión de juego, de ego. Pero, evidentemente, luego de la derrota es cuando emergen los estragos.
La escena del poeta alcoholista con gestos de tristura, resiste cualquier infamia apetente. Porque ninguno de nosotros aplaude a solas, ni siquiera aquellos que no distinguen ni la enfermedad ni la cura.
Hay filósofos que sacrifican vidas en restaurantes, escritores que murmuran sobre transeúntes liliputienses y también psicoanalistas envidiosos. Los demás, expectantes, aguardan su turno para incurrir en la adulación de los disfraces magnificentes, procurando encontrar causas y consecuencias del arrepentimiento de vigilia.
Si el crepúsculo sobreviene subterráneo, las sombras no ejercen resistencia.
domingo, 2 de septiembre de 2007
La razón tomando teta
La megalomanía inequívoca de los imbéciles nos fuerza a ser alguien intensamente, mientras que las prácticas de enconos pudibundos, domesticadas por la inquietud de la avaricia de sujetos falaces con aire de ciencia, tiende a hacer que nademos en las aguas de nuestros propios infiernos.
Aquellos que coquetean con su ignorancia, plasman narices y dogmas, para empanarse de vanidad. Pero su emporio no resiste a la carcoma de los días, ya que su chatura irrevocable los inhabilita a salir retratados en sus propios periódicos.
Solamente una respuesta sucia de culpa, puede comunicar amablemente lo mismo que una servilleta al borde de una cama y eso causa en uno la misma actitud solidaria con el sufrimiento que genera ver a aquel que revisa su teléfono móvil en vano.
Mientras sigamos siendo empujados por presumibles neuróticos que cotizan su interés en absurdas voluntades de cordura, consolados recíprocamente por una distracción concertada, jamás repararemos en que mientras tanto, el cielo saca chispas.