Poco sabemos, condenados, sobre las formas de embriagar una vieja puta y peronista. Subvertir una glotis riéndose entre manos, enseña a aquellos creadores de porvenir la imperativa aquiescencia ante esa madre que enseña a dar limosna. Miserables, aquellos que ciñen la montaña con sus cloacas anímicas, que gozan, implacables en su victoria, la adquisición de un nuevo cambrillón.
Somos estériles, dueños de una redondez infrahumana, descastados de este mundo abisal. Somos semillas masticando el miasma de torvos cadáveres.
Barahúnda: ¿Le apetece tragar esta polilla?